PRELUDIO (Parte 1)

¿Sabías de lo qué feliz vivo a cada mirada que cruzamos furtiva o con motivo?

te digo, querida, he vuelto a mis noches amigas.

y hoy te comparten este idilio en líricas prosas,

conjurando en su vuelo llegar a ti,

para contarte de mi amor,

el fuego y la ambrosía.

sin importar el desvelo o la mañana tardía,

llegar a ti.

y solo a ti.

mis ojos no mienten y lo sabes.

me traicionan mis gestos torpes y tontas sonrisas (por solo mirarte).

tiemblan mis manos; ansias de caricia.

me vuelve la sed

de un beso hermoso.

sin prisas. 

pues frente a ti no hay huidas.

solo la vida misma.

la vida misma que ronda por avenidas,

parques e iglesias.

la que se esconde como un par de lunares tras tu sonrisa.

esa vida que cruza los pasillos. 

tan danzante.

tan tranquila.

aquella que trae algarabía y buenas nuevas a las familias.

¡Vida!

Que salvas.

Que alivias.

I

Cántame, oh musa, sobre las virtudes del amor.

Cuéntame de su fuego que todo lo cura

Y vuelve devoción.

Deleita a mis sentidos para hacerlos poesía en su locura.  

Invoco a tu mano pura llevarme al jardín de lirios,

Donde un otoñal verso nos captura.

Musa:

Será por su voz, divino sendero que,

Aún ciego, seguirás sin temores o premura.

Será por sus gestos tu asombro inconmensurable,

ese tesoro que lleves en tu corazón a todas partes.

Serán sus detalles, como las estrellas a un navegante;

Sobre sus mejillas, hechas con dulzura que te guiarán a nuevos lugares.

Será su sonrisa, hogar de un beso. —¿o mi sepulcro en mil versos?   

Un beso al ocaso

Y las nubes bañadas de carmín.

Un beso en verano

Y el cielo arderá asombrado.

Canto a ti,

De mis poetas el más necio,

Que dichoso sea tu latir,

Y tributo a mi has de rendir,

Si sus manos juntas andan por ahí.

Canto a ti,

De mis poetas el fuego.

Que arda todo,

Todo a cada verso,

¡Arde!

Pasión a cada instante,

Sin tibiezas

Solo un fuego apabullante.

Y si tu fuego y el amor consume todo,

De las cenizas, tizna la tierra donde halles tu baluarte.

Llevas todo y te queda nada.

Vives reflejado en sus ojos.

Será así este conjuro.

Hecho de sangre, polvo e hilado en oro.

Que sea así, tu lira de poeta ha sonado el preludio.  

Tú, que astutamente

Ocultas de mi su nombre,

Para tu deleite.

Pero ya me lo has dicho,

y será mi secreto guardado fielmente.

Lunas nuevas te iluminen.

Inciensos te perfumen y,

Sándalo sea su aroma.

Sean mutuos,

Eterna y

Tranquilamente.

-Norbert.