Un pequeño obsequio.

Con mi muy presuroso verso;

yo que he puesto en jardines prosas y volcanes,

que he navegado costa a costa por olvidados mares,

he sido apabullado por las nuevas que hoy,

tu día, plateadas gaviotas dejaron por la orilla.

Pues bien, querida Carisma.

que obsequio tan pequeño

te he traído.

ábrelo una y otra vez,

te prometo que es seguro.

no temas que se rompa ni se pierda

pues yo haría mil más

si así lo quisieras.

labraría a cien estrellas,

y traer de su luz la tinta

que te escriba en un cielo nocturno;

donde el mismo Apolo, ruborizado se oculte

para así apreciarte en una noche sin fin.

Con el mar siendo tu espejo,

y por corona las nubes que un arrebol ponga en un beso.

Que obsequio tan pequeño.

tan pequeño que me faltan días,

me faltan otoños y brisas.

Un poeta que busca, jamás encuentra.

no es ahí donde nace el poema.

vive en la causa y la sorpresa.

en las miradas que se cruzan,

sabe en el labio que se muerde por placer.

llega en el día menos planeado,

vive en ese sentimiento que grita por nacer.

Quién sino tú sabría de eso.

que has hecho que me olvide del fuego,

y me olvide de los ríos,

las fronteras y los ocasos.

¡La nada!

Tan pequeño es mi obsequio,

que me falta todo.

pues todo,

contigo se halla.